Cascando nueces

A lo largo de los años me he encontrado con distintas personas que desde muy jóvenes tenían claro a qué querían dedicarse, sentían una vocación en particular e hicieron de ella su profesión y/o su vida. Es asombroso mantener esa pasión y dedicación por algo durante toda una existencia. Contra viento y marea ahí se han mantenido, estoy segura de que han tenido momentos en los que hubieran roto con todo y momentos en los que han sentido que todo el sacrificio invertido ha merecido la pena, porque su vocación es una carrera de fondo y ahí es donde yo les admiro, en su perseverancia y dedicación.

 

¿Pero qué pasa con aquellos que nunca se han sentido identificados con nada en concreto?, que les gusta esto y aquello o que la corriente del momento, la familia o el entorno les han arrastrado a especializarse en algo que por si mismos no se hubieran planteado y que tal vez incluso les ha ido bien aún no definiéndoles. ¿Qué pasa con ellos?, ¿están destinados a conformarse con lo que venga por no tener una pasión a explotar?

 

¿Con qué perfil te identificas más?, hay más matices por supuesto, pero en términos absolutistas, ¿tú actividad principal es más vocacional o circunstancial? ¿Sientes la necesidad de querer cambiarlo?, ¿sabrías identificar qué es lo que te impide hacer el cambio? ¿El miedo?

 

Esta es una disyuntiva con la que me encuentro con frecuencia en la consulta, clientes que sienten, que desean hacer un cambio en su actividad principal pero no saben cómo, incluso a veces no saben qué es lo que quieren cambiar ni por qué o para qué.

No nos han enseñado a creer en nosotros mismos, a creer en nuestras capacidades, tenemos dificultades para confiar en nuestros instintos y en nuestras aptitudes. Somos seres versátiles, hasta el infinito y nos infrautilizamos, nos limitamos a hacer las mismas cosas día tras día, una y otra vez hasta que nos acartonamos y perdemos la confianza en nosotros mismos.

 

Necesitamos expresar todo lo que somos y en todos los ámbitos posibles, si te tomas un minuto para soñar, ¿qué cualidades personales te gustaría poder explotar cada día?, ¿te imaginas teniendo dos o más actividades principales en un solo día?, me refiero a dos actividades principales elegidas libremente y con el objetivo de satisfacer tus necesidades personales, no solo económicas. Por ejemplo, por las mañanas en la oficina y en las tardes dando clases de piano a niños, ¿no crees que esto ayudaría a que tus niveles de satisfacción mejorasen?

 

Los niveles de ansiedad y estrés en los que nos movemos y que asumimos como normales repercuten seriamente en nuestra salud física y mental, y el dato más sorprendente es que lo hacen de forma sigilosa, es decir, que cuando te quieres dar cuenta de que tienes un problema con los valores y la gestión de tu ansiedad y estrés ya puede ser tarde. Dolores musculares, malestares gastrointestinales, infartos, alergias, divorcios, fobias, conductas desmedidas, estas son algunas de las consecuencias de normalizar la ansiedad y el estrés. El estrés es una respuesta que se desencadena ante situaciones de peligro, su función es la de potenciar recursos que contribuyan a nuestra supervivencia. Pero esa reacción al estrés prolongada en el tiempo se convierte en dañina para nuestra salud.

 

Hoy te invito a que reflexiones sobre cuántos aspectos de ti, sobre cuántas cualidades y aptitudes permanecen dormidas a la espera de que quieras darles una oportunidad.

La vida, el día a día está lleno de posibilidades, tantas como nueces quieras cascar.

Actitud, Thinking in Yellow.

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